Durante estos días hemos estado visitando
Estambul con bastante profundidad. El primer día como todavía
tenía el coche alquilado, nos hemos dirigido por la costa
europea del estrecho del Bósforo hasta el Mar Negro. En esta
orilla del estrecho se sitúa, Kabatas, Besiktas con el palacio
Dolmabahçe y un rosario de zonas muy bonitas con paseos y
muchas personas pescando. Sin embargo, al final del estrecho, la
costa del Mar Negro parece una estación de aparcamiento de
petroleros y barcos de carga, a la espera de que les dejen atravesar
el estrecho.
Costa y pueblos poco agraciados, conforman esta
zona que los habitantes de Estambul utilizan los fines de semana
en verano para escapar de la agobiante ciudad.
Como resumen general de la visita a Estambul, diré
que realmente es una maravilla pasear en los atardeceres por el
puente Galata, esquivando cañas de pescar, con un paisaje
en el que el Bósforo de una parte y las enormes mezquitas
de otro, conforman un entorno especialmente bonito y agradable.
Otra cosa, son las tradicionales atracciones turísticas
en las que muchas veces son más "gancho" que otra
cosa. El tan famoso Museo Santa Sofía, me ha decepcionado
un poco. Exteriormente no es nada espectacular y más bien
achaparrado. Por dentro sin embargo, el volumen de espacio es tremendo
aunque más bien un poco lúgubre y con un andamiaje
permanente que ¡¡¡molesta!!! a la vista, quitando
perspectiva. Si además le añades las colas permanentes
para acceder, la visita te resulta un poco mediocre.
Sin embargo, la majestuosidad de la Mezquita Azul
y la preciosa obra de la Cisterna de Agua Yerebatan, compensan otras
decepciones.
En cualquier caso, un destino muy recomendable
para pasar unos días en una cultura muy diferente a la nuestra
y con grandes contrastes en su población, pero en todos los
casos con una amabilidad envidiable.
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