Creo que ya estoy acostumbrado a no tener noche, porque duermo muy bien. Será por las palizas de andar que me doy. Hoy también con más moral que otra cosa, he estado recorriendo la ciudad por todos los rincones, buscando algo que tuviera interés. Y es que hasta en la Oficina de Turismo, les ha costado indicarme cuáles son los mejores lugares que debía ver. Hasta la tarde no he encontrado nada que mereciese la pena. He subido durante un par de horas a una colina, desde la que tenía una excelente vista del fiordo.

Narvik poco tiene que ofrecer al turismo. Es un punto estratégico para la industria del hierro, puesto que aquí se embarca la producción del mineral de Kiruna (Suecia).

Por lo demás, el único hecho agradable ha sido que he podido actualizar el web. En la Biblioteca pública y en un ordenador suyo, he comprobado el correo pero no he podido pasar los ficheros al servidor, porque no tenía la unidad central a la vista, me he marchado con el tema rondándome en la cabeza. He pasado por delante de la puerta de una conocida cadena de hoteles y se me ha ocurrido comprobar si había conexión abierta a Internet por Wi-Fi, y así era. Siempre llevo encima la tarjeta SD con la información a actualizar, por si encuentro la ocasión. Gracias a la PDA y al programa FTP que corre en ella, he podido hacerlo y gratis desde la calle.

Mañana proseguiré mi ruta hacia Lofoten, esperando que mejore el tiempo y los lugares.

Aunque ayer dije que hoy iría a Lofoten estaba confundido, porque la zona que quería visitar era Andoya y pertenece al Vesteralen. Lofoten lo dejo para ir con mi familia, cuando la semana que viene, vengan a Noruega. Ha estado todo el día lloviendo y ha sido una pena, porque el trayecto desde Narvik rodeando grandes fiordos ha sido precioso. Otra cosa es la carretera, al margen de la belleza del entorno, parece increíble que un país de tan alto nivel de vida y desarrollado, mantenga esta infraestructura de carreteras estrechas, bastante mal pavimentadas y en la mayoría del trayecto sin pintar las rayas divisorias de los carriles. Cuando te cruzas con un autobús o camión, prácticamente te tienes que parar para pegarte al arcén, o mejor dicho zanja.

En mi caso he tenido que adelantar a un convoy militar que transportaba tanques encima de camiones, por lo que uno se puede imaginar como he andado. Eso yo, pero a los miles de conductores de caravanas que circulan por esta zona, hay que darles la medalla de San Cristóbal, porque realmente hay que ser intrépido y con moral.

Cuando estaba preparando la comida en un área de descanso se han parado a saludarme, un matrimonio alemán con un niño. Llevaban el mismo pickup y módulo, incluso coincidían las marcas de ambos. Hemos estado hablando un buen rato sobre la maravilla de sistema que llevábamos y de las ventajas en la conducción. Ambos lo habíamos comprado al propio fabricante en Alemania y se extrañaban de que se conociera fuera de su país. Ellos bajaban del Cabo Norte, donde han dicho que hacía un terrible frío y volvían a Alemania. Un agradable encuentro que me ha servido para ir soltándome un poco con el inglés.

Sale otro día lluvioso y es una pena porque esta costa se merece un tiempo mejor para poder disfrutar de su paisaje. He dado la vuelta a la isla por una carretera denominada turística y en algunas ocasiones me he metido en caminos que no tenían salida. He disfrutado del recorrido pero no he conseguido captar muchos de los paisajes que me hubiesen gustado fotografiar, pero las nubes estaban muy bajas y sólo se perfilaban los contornos de los montes.

A la tarde he vuelto a Andenes desde donde me iba a embarcar en un ferry para ir a otras islas en Senja. El precio del ferry es más barato que el coste de la gasolina de hacer el mismo recorrido por carretera, ahorrando además, varias horas de viaje y sobre todo acercarse a las islas desde el mar es diferente en cuanto al paisaje.

Mientras esperaba el barco se ha acercado un matrimonio del coche que estaba delante y me ha preguntado de dónde era, pensaba que la "E" podía ser de Estonia, pero sabía que no, porque era ruso y de San Petersburgo. Hemos estado hablando mucho tiempo mientras llegaba el barco, sobre los problemas de obtener visado para entrar en Rusia y comentaba que la vida estaba muy bien allí, al menos en su zona, pero que hasta sus propios familiares que viven en Riga, no suelen conseguir siempre el visado.

Estaba asustado del precio de la gasolina, más del doble de lo que les cuesta a ellos, y del resto de los productos de consumo.

La verdad es que hablo con todo el mundo, bien o mal nos hacemos entender y hay que resaltar la amabilidad de la gente en general.

Cuando hemos llegado al puerto de Grillefjord en Senja, he visto en la carretera que marcaba un desvío hacia un camping, así que lo he tomado y he terminado en un pueblo llamado Skaland en una bahía que no tiene salida.

Como es tarde, he aparcado al lado de un cementerio muy bonito y en cuanto acabe estas anotaciones prepararé la cena y mañana me preocuparé de marcar el itinerario por estas islas.

Hoy sí que he visto un paisaje maravilloso. Aunque el tiempo ha sido lluvioso, en algunos momentos ha parado un poco y he podido incluso pasear por una preciosa isla llamada Husoya. Desde primera hora me he puesto a recorrer todos los rincones de Senja, parando continuamente para tomar fotografías. He atravesado 6 túneles larguísimos y estrechos, dándote la sensación de que no podían llevar a ningún sitio bueno. Pero cuando conseguías salir te encontrabas con un paisaje inigualable. Los túneles cuentan con zonas más anchas cada 200 metros, para que si te cruzas con otro coche, pueda pasar. La mayoría de los que he atravesado no estaban iluminados, así que iba rezando para tener suerte y no encontrarme con nadie de frente dentro del túnel.

Ahora sí creo que estoy en esa Noruega de la que tanto había oído hablar, referente a su belleza y costa excepcionales. Fiordos, montes en pico, nieve e islas y también la lluvia, componen un impresionante entorno. Ni me puedo imaginar lo que será esto con sol.

He visto otro pickup aparcado como el mío. Estaba una pareja con un perro jugando en la playa y cuando me ha visto pasar, se ha puesto a levantar los brazos y a hacer gestos para que me fijara que ellos también tenían una. Esto no me ha pasado nunca cuando tenía una autocaravana tradicional.

Hoy es domingo y por consiguiente está muerta Noruega . No hay nadie por ahí, creo que hasta los turistas se encierran donde pueden.

Día para olvidar. Desde la mañana ha comenzado mal porque llovía a cántaros. Tenía intención de visitar "Los Alpes de Lyngen", que es una cordillera con glaciares que dicen que tiene extraordinarias vistas. Digo eso porque las nubes estaban tan bajas y eran tan densas que prácticamente no había casi luz. He tardado un par de horas en llegar y me he dirigido a la oficina de la comuna, para sacar información. Si en otras oficinas había poca, aquí te la decían de palabra y siempre con la condición de contratar un guía, por la poca visibilidad que había.

Vista la situación he cambiado de planes y me he planteado hacer mañana un recorrido por la zona norte de Troms, que conforme a los datos que tengo parece interesante. Es una isla bastante grande con diversos paisajes de fiordos.

Después de comer he tomado dirección a Kaldfjord, muy cerca de Tromso, para comenzar mañana desde allí el recorrido. La entrada al camping era tan mala que en un impresionante bache se me ha abierto el armario donde guardo los platos y he oído un enorme ruido. Parece ser que en la comida no había cerrado el armario con el sistema de seguridad que tiene, así que he roto 7 platos. El problema es que había trozos por todo el módulo y me ha llevado un buen rato arreglar el desaguisado.

Como se puede ver no he hecho ninguna foto. Ni paisajes, ni suficiente luz, pero mucha agua. Cada día llueve más.

Es posible que mañana tenga suerte y llueva menos. Según la "meteo" cada día de lo que queda de semana, irá mejorando un poco.

Sigue la lluvia y el mal tiempo, pero no me ha desanimado y he realizado el recorrido que tenía previsto por la isla de Kvaloya. Durante la mañana aunque seguía lloviendo ha mejorado la luz y he podido ver algunos bonitos paisajes. En el extremo norte se encuentra Sommaroy, que curiosamente tiene playas de arena blanca, tipo "tropical" como les gusta decir por aquí. Y en algo sí que tienen cierto parecido: arena muy blanca y agua cristalina, pero la temperatura es otra cosa.

Sommaroy es un pueblecito pesquero pequeño pero moderno, y aunque hoy no había casi nadie, en temporada de verano y con buen tiempo, dicen que se suelen llenar las playas para jugar a voleibol y bañarse.

He comido frente al fiordo y a la tarde me he dirigido hacia el norte de Troms, con la intención de pernoctar en un camping a la orilla de un lago. Después de hora y media de viaje, el camping estaba cerrado y he optado por acercarme hacia Tromso, que es la mayor ciudad de la zona.

Mañana recogeré información y prepararé mis itinerarios para los 3 próximos días, hasta que venga mi familia el próximo sábado a Tromso para dirigirnos a Cabo Norte.

Este día lo he dedicado a recorrer la ciudad de Tromso, que es una de esas ciudades que son punto de encuentro de quienes tienen una afinidad común, viajar al Cabo Norte y en esta época para ver el "Sol de Medianoche". Me recuerda a Chamonix en Francia, en cuanto a que sus calles se inundan de montañeros, que preparan o vuelven de practicar su afición en los Alpes, la Meca del alpinismo. Pues Tromso, es la parada obligatoria de todo viajero, antes de abordar el tramo final de llegar al Cabo Norte, o bien, es parada de descanso a la vuelta.

Uno de los atractivos de Tromso es un puente que se eleva bastante por encima del fiordo y que curiosamente me parece que no estropea el paisaje. Además tiene unos túneles larguísimos con rotondas incluidas y hasta un parking subterráneo que en realidad es un túnel con curiosos ramales.

Como el GPS no funciona en los túneles, me he perdido en las rotondas y he tardado bastante en aclararme cómo está distribuida la ciudad. La componen 2 islas y apareces en cada una de ellas como los topos.

Estoy en un camping a 20 Km. de la ciudad, que se llama Skittenelv ( Latitud: 69º 46.688 N - 19º 22.798 E ), pero me ha gustado el sitio, más que el que está cercano a Tromso. Es caro, siempre está lleno y además en malas condiciones. Como me voy a quedar unos días, me lo he tomado con tranquilidad, he desmontado el módulo del pickup y andaré sólo con el coche.

Al fin buen tiempo en Noruega. Hoy ha lucido el sol, que yo pensaba que no existía y lo he dedicado a completar el recorrido de ayer. He subido en el teleférico que parte del mismo Tromso, para sacar algunas panorámicas y disfrutar de la temperatura, que sigue siendo un tanto fría.

Los noruegos no parecen opinar lo mismo, porque todos iban en camiseta y las jovencitas con los michelines al aire y camiseta de tiras. Yo no me he quitado el jersey en todo el día, porque había un poco de aire y bastante frío.

En cualquier caso, da gusto ver a todo el mundo en la calle o al menos en el jardín con el cortacésped, aprovechando el día, que pienso no será muy habitual.

Espero que continúe la racha y mañana sea igual, porque quiero volver a los Alpes de Lyngen con buen tiempo, para hacer alguna excursión.

Sale el segundo día consecutivo bueno y me lanzo a buscar una excursión al valle Lyngsdalen en los Alpes de Lyngen. Después de hora y media de carretera con ferry incluido, he llegado a Furuflaten, que según la información que tenía, era el punto de partida. Hay que echarle coraje para encontrar aquí las cosas, porque he llegado al pueblo y no había nadie en la calle. Echándole cara he llamado a una casa y he preguntado si conocían la excursión, y claro me han dicho que no sabían nada.

He encontrado en un jardín a un señor tomando el sol y con cara de extrañeza, me ha orientado hacia más o menos, donde podía ser, pero que mejor preguntara en la casa de al lado. Después de la tercera consulta ya me he ido acercando un poco al famoso valle, y es que no había otro, pero el problema es que parecía que todos los caminos terminaban en casas. Así que con el pickup me he metido por un camino, a ver qué pasaba. Me ha llevado a otro grupo de casas y a partir de ahí he comenzado a andar adentrándome en un bosque, que finalmente era el de la excursión.

En cualquier caso ha merecido la pena, porque ha sido una caminata muy bonita y en un precioso entorno.

Paso el día en Tromso, visitando algunos museos que todavía no he visto. Hago tiempo para que llegue el avión que trae a mi familia y aterriza con un par de horas de retraso. Nos trasladamos directamente al camping, porque mañana a primera hora saldremos con destino a Cabo Norte. Las previsiones Meteorológicas pronostican mal tiempo a partir del lunes, por lo que debemos aprovechar el domingo para viajar y llegar a tiempo de ver el Sol de Medianoche.

Con un día precioso nos ponemos en marcha temprano, porque tenemos más de 500 kilómetros, 2 ferries y mala carretera en algunos tramos. Al salir hemos coincidido con un matrimonio de Zaragoza que estaba muy cabreado porque le había costado mucho llegar al Cabo Norte y se encontró conque a partir de las 10 de la noche, llegaban montones de autobuses con personas de la 3ª edad, lo cual parece ser que le quitaba emoción a la aventura, y después de haber conseguido llegar hasta "el fin del mundo", como ellos decían. Y algo de razón si que tenían, porque no sé que pensarían, sobre todo los esforzados ciclistas pedaleando y arrastrando mochilas durante miles de kilómetros, como auténticos jabatos, con frío, lluvia y todo lo que te puedas imaginar. Para que al final te encuentres con todo un montaje turístico que aglutina a una muchedumbre, que la llevan y la traen en un viaje organizado y sube específicamente en el momento justo del fenómeno, armando el habitual jolgorio lógico de estas situaciones.

Si a todo eso además le añades que has tenido un tiempo estupendo todo el día, llegas hasta la punta del Cabo Norte y precisamente los 3 últimos kilómetros te metes en una densa niebla, que no ves a un metro de tus narices, pues la gracia es enorme. Así que nos quedó un sabor agrio de este día, arrepintiéndonos de haber ido, de darnos la paliza para nada y principalmente de hacer caso a los grandes acontecimientos turísticos, que al final normalmente son un auténtico fiasco.

Sale el día tal como anunciaban las previsiones: frío, niebla y lluvia, por lo que decidimos iniciar el retorno por la costa oeste de Noruega y dejar el sol de medianoche para las Islas Lofoten, con la esperanza de tener más suerte con el tiempo.

Cerca del Cabo Norte está una carretera anunciada como turística y que lleva hasta la punta llamada Havoysund, para desde allí, coger un ferry que nos llevaría a Hammerfest. Dejándome guiar por la experiencia anterior de una carretera de estas características en Senja, nos dirigimos a realizar el itinerario. Lluvia continuada, una costa de fiordo que no tenía nada que ver especialmente y para colmo ese día parece ser que no había servicio de ferry, según me pudo decir la única persona que vi en Havoysund, más parecido a un pueblo fantasma que a otra cosa. Retornamos los 100 Km. por la misma penosa carretera y nos fuimos a dormir a Alta, cabreados por segundo día consecutivo, de lo poco que nos estaba gustando la zona

Día de transición de vuelta a Tromso y visita por la tarde a la ciudad, ya que mi familia no la había visto cuando llegó.

La grata impresión que me llevé con esta zona, me ha planteado modificar la ruta a tomar con dirección a Lofoten. De Tromso nos hemos ido a Senja, visitando especialmente la isla Husoy, hemos continuado por la carretera turística hasta Gryllefjord, donde hemos cogido el ferry que nos ha llevado a Andenes.

Al fin mi familia ha comenzado a ver paisajes interesantes, porque ya se preguntaban de dónde venía la fama de Noruega. El tiempo ha mejorado algo y por lo menos podemos pasear y ver las cosas con tranquilidad.

Hoy dormiremos en el Camping de Andenes para mañana continuar por la costa acercándonos a Lofoten.

Tal como teníamos previsto hemos recorrido la costa oeste de Andoya acercándonos a Sortland para coger la carretera dirección Lofoten. El tiempo está nublado pero por lo menos hay luz y en cierta medida se aprecian los paisajes. En Melbu hemos cogido el ferry que nos ha cambiado de isla y tomamos dirección a Svolvaer para acercarnos a la Oficina de Turismo y recabar información de la zona.

Como la previsión del tiempo es de todavía un día nublado y queremos ver el fiordo de los Trolls, reservamos plaza para el día 30 que se espera de buen tiempo.

Mañana hemos decidido recorrer las islas para ver sus famosos paisajes. Dormimos en un camping de Kabelveg

Iniciamos pronto el recorrido por las islas porque hay mucho que ver y queremos llegar hasta Moskenes para enterarnos de los horarios del ferry a Bodo, porque será domingo cuando lo necesitemos y suele ser problemático. La duración es de 3 horas y media, y te debes atener a un rígido horario.

El día está nublado pero agradable y con luz. Nos dirigimos por una carretera secundaria bordeando la costa este y comenzamos a ver los famosos y espectaculares paisajes. Hay una combinación de colores realmente impresionante. Los valles están llenos de flores blancas, amarillas y con el azul del mar forma unos paisajes preciosos.

Conforme avanzamos hacia el sur, las vistas mejoran cada vez más, hasta el máximo nivel en Reine, donde es todo un espectáculo ver este precioso pueblo inmerso en un entorno de picos y mar inigualables.

Nos acercamos a la oficina de Turismo de Moskenes y ante la densidad de coches y camiones que vemos que esperan al ferry, tramitamos la reserva, la cual hacemos por los pelos y en el último minuto de plazo del viernes a las 14 h., por teléfono obligatoriamente.

Puntuales con la salida del crucero que nos llevaría a visitar el fiordo de los Trolls, hemos aguantado casi una hora esperando a que apareciese el barco, el quel no ha llegado. Me he dirigido a la Oficina de Turismo donde contratamos el viaje y me han dicho que el barco estaba lleno por un grupo de turistas organizados cuando hicimos la reserva, pero que no les habían avisado. Monto en cólera y les llamo de todo, ante la falta de organización y les solicito la devolución del importe, incluso me devuelven más de lo que había pagado, supongo que por error. Esto me doy cuenta más tarde y no tengo ganas de volver por el cabreo que llevo.

Hace un sol espléndido y hemos decidido recorrer la costa por la parte que no estuvimos ayer. Nos encontramos con playas de arena blanca y agua cristalina. Con el tiempo tan bueno que hace mi mujer se ha atrevido a mojarse los pies pero ha tenido que salir corriendo, porque ha dejado de sentirlos debido a la extrema frialdad del agua.

Buscamos un camping en Flakstad porque es de los pocos sitios en el que se puede ver el Sol de Medianoche bajando directamente al mar. Así que con un paisaje espectacular, buena temperatura y desde luego mejores condiciones que en Cabo Norte, tanto de climatología como de público concurrente, hemos asistido al fenómeno en todo su esplendor.

Hemos cogido por la mañana el ferry con destino a Bodo. Cuando hemos desembarcado y ante lo poco agraciada que es esta ciudad, y que por ser domingo está todo cerrado, hemos cogido carretera hacia Straumen, donde se produce la mayor corriente del mundo por la influencia de la marea sobre el fiordo Saltfjorden. El mar aporta tal cantidad de agua a través de un estrecho paso, que produce una ruidosa y fortísima corriente, lo que constituye todo un espectáculo.

Hemos llegado en la peor hora, ya que estaba marea alta y faltaban 4 horas para que empezase a bajar, lo que nos permitiría ver el fenómeno en versión light, porque es la subida de la marea el verdadero espectáculo. Así que ante esta perspectiva de espera, hemos cogido carretera con dirección a Trondheim a través de Mo i Rana.

Hemos cruzado el Círculo Polar Ártico y hemos avanzado en esta parte del viaje que es puramente de trámite, hasta llegar a los fiordos centrales.

Día de kilómetros con la única nota de que aunque la carretera sigue siendo muy estrecha, hay algunos tramos que van mejorando. No obstante cada vez que te cruzas con un camión o autobús, debes poner todos los sentidos pegándote al arcén derecho o a lo que haya en esa parte, que muchas veces son zanjas.

Al atardecer hemos llegado a Trondheim, con la satisfacción de habernos quitado la parte más aburrida del viaje.

Hemos dedicado un día a visitar esta ciudad que es muy parecida al resto y con pocas cosas que resaltar. Un paseo por los mercados de frutas, donde abundan las fresas y cerezas. La subida a la fortaleza, desde donde se tiene una vista de toda la ciudad y poco más que contar.

Mañana seguiremos camino de Andalsnes y entraremos en los fiordos de la parte central, donde se encuentran Geiranger y Naeroyfjorden.

El recorrido de hoy ha sido muy bonito, ya que hemos atravesado zonas boscosas con grandes ríos y preciosas cascadas. Nos ha llovido a ratos y a media tarde, después de pasar por Trollveggen, inmensa pared de roca en la que se practica la escalada, hemos llegado al camping de Andalsnes.

Después de acampar nos hemos ido a ver el pueblo. Eran las 5 de la tarde y ya no quedaba ni alma en la calle. Pasear por un pueblo vacío y con tiempo brumoso no da ninguna alegría, así que después de hacer la compra nos hemos vuelto al camping, que quedaba a 3/4 de hora.

Hoy ha sido otro de esos días para recordar por la espectacularidad del paisaje. Hemos comenzado subiendo por la mañana la "Trollstigen" (Senda de los Trolls). Una carretera muy estrecha y concurrida, con grandes desniveles que obligaba a parar y maniobrar, cada vez que te cruzabas con otro vehículo y había muchos.

Impresionante la valentía de los que arrastraban caravanas por atreverse a entrar en esta carretera (67), sufriendo lo indecible para atravesar el paso y lograr llegar sin abolladuras a su destino. Hacer esta senda debe ser como la reválida del buen conductor.

Seguido nos hemos dirigido hacia el pueblo de Geiranger, donde hemos cogido un ferry que nos ha llevado a lo largo de este maravilloso fiordo, entre cascadas y saltos de agua de todo tipo y acompañados por una bandada de gaviotas hasta Hellesylt, donde de nuevo en carretera hemos tomado el destino de Byrkjelo.

Continuamos bajando por el Centro y nos hemos ido a realizar un clásico de quienes visitan Noruega. Subir en el tren de Flam hasta Myrdal, que sin ser de cremallera, asciende 800 metros a través de varios túneles en forma de espiral con 3 niveles.

Como todas estas atracciones turísticas, tiene más de fama de lo que en realidad es. El paisaje aunque bonito no es nada excepcional, pero la parada que hace el tren en una cascada es realmente impresionante, por la cantidad y fuerza del agua que lleva.

Lo bueno que tiene es que se combina con otra excursión al cercano fiordo Naerofjorden, el más estrecho de Noruega.

En una mañana preciosa nos hemos dirigido a Gudvangen para hacer un crucero por el fiordo Naerofjorden, también declarado Patrimonio de la Humanidad. Cuando hemos llegado, la única alternativa posible ha sido coger un crucero que nos ha llevado de nuevo a Flam, lo que nos ha obligado a coger un autobús de nuevo a Gudvangen para coger el pickup y continuar carretera. En el crucero hemos coincidido con César, un madrileño que desde Copenhague estaba haciendo la ruta hasta Cabo Norte en bicicleta. Hemos estado comentando cosas del viaje y nos ha contado que había llegado a Gudvangen por una carretera con un desnivel impresionante, en la que casi no podía controlar los frenos de la bicicleta, junto con un salto de agua tremendo digno de verse.

He quedado impresionado por su fuerte capacidad y buena preparación, tanto física como mental, ¡¡¡El sueño de mi vida!!! nos ha dicho. Y desde luego así tiene que ser para conseguir esa durísima meta. "TODO UN COLOSO", suerte Cesar y espero que se cumpla tu objetivo y que disfrutes de muy buen tiempo, porque te lo mereces.

Así que ante tal información nos hemos ido a buscar la cascada, ¡¡¡Impresionante!!! no la cascada sino la carretera, estrecha y con un desnivel que la Trollstigen queda como un simple paseo, subiendo con la velocidad más corta el coche casi no podía, con curvas cerradísimas y parando en el arcén para dejar pasar a otros vehículos. De hecho, hemos roto varios platos, porque se ha abierto un armario que estaba bien cerrado, pero es que la carretera era demasiado.

En cuanto hemos conseguido salir del atolladero hemos seguido viaje con destino a Bergen, y a mitad de camino, nos hemos topado con la cascada más preciosa de Noruega, y lo mejor ha sido que no la tenía catalogada, por lo que la sorpresa ha sido enorme y muy agradable.

También hemos tenido que atravesar el túnel más largo del mundo 24,8 Km. por debajo de un glaciar. Al poco tiempo de entrar hemos cruzado una zona que parecía luz natural filtrada a través del hielo azulado y nos ha parecido fascinante. Lógicamente no podía ser y en la siguiente área similar, hemos prestado más atención y hemos descubierto que era un juego de luces sobre unas paredes de imitación, con un efecto muy bien conseguido.

Al atardecer hemos llegado al camping de Bergen, después de un día de muchas emociones.

La más turística y recomendada ciudad de Noruega, se nos ha caído encima. Decir que hemos tenido un día lluvioso no es suficiente. Ha sido un día de perros. Deambulando bajo el agua, entrando en museos sin ningún interés, curioseando todas las tiendas de souvenirs para no mojarnos, comiendo las típicas gambas sin ninguna sensación, subiendo en el funicular para tener una vista de la ciudad y no se veía a 2 palmos. En definitiva, no sabiendo que hacer en un lugar que según dicen ¡¡¡ es divino !!! Como las predicciones son de mal tiempo hemos decidido continuar viaje hacia el sur, para ver si tenemos más suerte.

El siguiente destino es Stavanger, para desde allí realizar una excursión a "El Púlpito" (Preikestolen), que se encuentra cerca y es otro de los lugares que aparece como punto de gran belleza.

El día ha continuado malo durante todo el camino, hemos cogido 2 ferries y el tiempo de viaje se nos ha alargado mucho. En uno de los ferries coincidimos con otro matrimonio de Zaragoza, con quienes hemos estado haciendo comentarios durante toda la travesía, y es que, cuando oyes hablar en tu idioma después de varios días, algo te atrae a entablar conversación.

Llegamos tarde a Stavanger y sólo nos da tiempo para realizar la compra de la cena. Por cierto, no creo que he tocado el tema de la comida, pero Noruega es lo más caro y con menos oferta de comida, salvo salchichas y dulces, de todos los países que conozco, que son unos cuantos. No llego a entender dónde está la razón de que la vida sea aquí tan cara. Es cierto que la orografía del país dificulta contar con unas infraestructuras de comunicaciones correctas, pero la oferta de servicios es de nivel medio/bajo de los países europeos. No considero que Noruega sea ni mucho menos un ejemplo a seguir, porque no tiene el nivel de vida que se dice, si lo entendemos como "calidad de vida". La zona norte parece que no cuenta en cuanto a inversiones en carreteras. Tal vez conforme nos acerquemos a Oslo la cosa mejore.

Ha salido otro día lluvioso, pero con ilusión nos hemos dirigido del camping al aparcamiento desde donde iniciaremos la caminata de aproximación a "El Púlpito". Para eso hemos que tenido que coger un ferry. Otro más, he perdido la cuenta de todos los que llevamos embarcando.

Para estar el tiempo tan malo, había muchos coches en el parking y durante todo el camino hemos estado acompañados por distintos grupos de personas de todas las nacionalidades.

Ha dejado de llover y el camino ha sido bastante incómodo con mucha agua, piedras y desniveles que dificultaban el andar. Hemos hecho el recorrido en el tiempo previsto de 2 1/2 horas y cuando hemos llegado, incluso el cielo se ha abierto por momentos para poder sacar las fotografías de rigor.

Impresionante es lo que se me ocurre decir de Preikestolen. Debes tumbarte en el suelo y avanzar a gatas si quieres acercarte al extremo del corte, porque 600 metros de altura sobre el fiordo, con la sensación de estar en un trampolín, causa auténtico mareo.

Después de comer hemos iniciado el regreso con una agradable sensación de haber estado en uno de esos lugares que se recuerdan toda la vida.

Hemos proseguido viaje para pernoctar en un camping de Kristiansand.

Ha mejorado un poco el tiempo y el sol sale a ratos. En la información que teníamos de Kristiansand no aparecían puntos de interés, aparte de los clásicos museos y la propia ciudad en sí, que es un centro vacacional en verano. Por lo tanto, hemos paseado por el centro y no hemos encontrado nada especial que reseñar. Al igual que en el resto de ciudades noruegas, la actividad se sitúa en una calle comercial y peatonal, con tiendas principalmente de ropa y con diseños ya pasados de moda.

Después de un par de horas hemos recogido y tomado dirección Oslo, con la esperanza de que la capital de la nación fuera más atractiva.

Ya en Oslo y gracias al TomTom no hemos tenido ningún problema para encontrar el camping y mañana comenzaremos la visita a la capital.

Nos hemos adelantando un día al itinerario previsto. El mal tiempo en algunos casos nos ha llevado a modificar lo planificado, por lo que hemos estado 3 días en Oslo.

La ciudad no da para más de 2 días, pero el domingo 15, mi familia coge el avión de regreso a casa y no nos permite movernos. Estocolmo está a más de 500 Km. y es demasiado viaje para el tiempo que queda.

De Oslo poco que contar. De las capitales escandinavas es la menos interesante y después de verla entiendo menos, lo del "nivel de vida". Como en todos los sitios hay zonas de todo tipo, desde venta de droga en plena zona comercial y a la vista de todos, por lo que entiendo que estará autorizada, terrazas en el puerto deportivo repletas de ejecutivos y turistas, hasta las preciosas casas de Bigdey.

En cualquier caso, Oslo nos ha decepcionado, porque esperábamos que modificara un poco la sensación de poco interés que nos han mostrado el resto de ciudades. Está claro que Noruega es naturaleza y las visitas hay que centrarlas en ella.