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El primer objetivo que me marqué
al iniciar el proyecto de ViendoMundo, fue contemplar el Sol de Medianoche
en el Cabo Norte (Noruega) junto con mi familia, a la que recogí
en el aeropuerto de Tromso, después de estar durante 2 meses recorriendo
miles de kilómetros en un Pick-up y un módulo vivienda incorporado,
en un viaje desde Donostia hasta el extremo norte de Noruega. La meteorología
marcaba un tiempo excelente para el día que llegábamos a nuestro
destino, único día bueno y después el tiempo cambiaba
de nuevo a lluvioso. Hicimos una última etapa de 500 Kilómetros
por carreteras en muy mal estado, estrechas y con continuas obras, conduciendo
durante muchísimas horas y consiguiendo llegar a las 22:00 H., la
hora perfecta para ver el mítico Sol de Media Noche.
Pues bien, después de realizar todo el viaje con el tiempo despejado
y faltando exactamente 3 Km. para el cabo, entramos en una densa niebla
que nos negó toda posibilidad de ver el fenómeno de ver bajar
y subir el sol en el horizonte sin llegar a ocultarse.
Para completar la frustración, a esa hora llegaron cientos
de autobuses transportando hordas de turistas desembarcados de los grandes
cruceros, convirtiendo el lugar en una romería de gritos, voces
subidas de tono debido al excesivo alcohol ingerido y una marea humana
moviéndose por un complejo de cafeterías, tiendas de souvenirs
e incluso en alguna iglesia con diseño ecléctico.
Al margen de la situación meteorológica siempre impredecible
y de riesgo, el lugar resultó lo más opuesto a lo que esperábamos
encontrar. Si pensábamos ver una perfección armónica
entre la naturaleza y el entorno, nos encontramos con su polo opuesto,
un fenómeno de la naturaleza al servicio del mercantilismo que
origina el turismo de masas. Y si para nosotros esto fue un auténtico
fiasco, no quiero ni pensar lo que opinarían los esforzados ciclistas
llegados, después de pedalear miles de kilómetros en durísimas
condiciones de frío, lluvia y viento, cumpliendo el ¡¡¡
sueño de sus vidas !!! como nos confesaron algunos de ellos, para
encontrar aquel engendro creado únicamente para captar el fácil
dinero del turismo.
Debo reconocer que el encargado del marketing turístico hizo
bien su trabajo, logrando que el mundo entero sienta la necesidad de ir
a ver este fenómeno de la naturaleza. Yo por mi parte después
de esta experiencia, siempre he aconsejado no ir a allí a quienes
han pedido mi opinión. La frustración fue enorme porque
no se trata sólo de ir, después debes volver por el mismo
camino con la cantidad de horas requeridas y con un cabreo encima monumental
de todos a los que has embarcado en la aventura, prometiéndoles
el ¡¡¡ no va más !!! y de una experiencia única.
Sin embargo, después te das cuenta que cualquier sitio es bueno
para disfrutar de la naturaleza y pudimos contemplar el Sol de Medianoche
en las islas Lofoten sentados en una magnífica playa solitaria
y como si dijéramos ¡¡¡ para nosotros solos!!!
y esto si que mereció la pena. Además las islas Lofoten
nos ofrecieron mucho más que este fenómeno, con unos paisajes
espectaculares.
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